Me quedé sin palabras al ver aquel hombre frente a mí. No entendía nada. Su cabeza cubierta con una farola llevando la luz de una vela. No entendía nada, pero poco a poco empecé a comprender. Fueron apareciendo otros hombres-farola.Muchos más.
De pronto, en aquel barrio azotado por la inundación y el silencio, se escuchó al unísono, una exclamación de alegría: ¡volvió la luz!
María Elena Napione Bergé
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